La tensión inherente en la imagen del 'educador significativo'

Fuente: Tsabar, Boaz, (2018). La tensión inherente en la imagen del ‘educador significativo’, en COACT International Journal • 1 • Tikun Olam (158-179). (Reseñado por el equipo del Portal).

La figura del educador «significativo» y la complejidad de su desempeño pedagógico se exploraron en este artículo, publicado en hebreo, desde la perspectiva de las tensiones inherentes a su rol de mediador –entre los mundos estudiantil y adulto–, y la convicción del autor de que este solo puede cumplirse «a través de la práctica cotidiana del diálogo y la empatía».

Se argumentó que es precisamente esta función mediadora la que le permite representar una figura significativa en el desarrollo de sus alumnos. El eje transversal del trabajo giró alrededor de las tensiones inherentes al desempeño profesional como conciliador «entre el mundo del niño (cognitivo, físico y emocional) y el mundo de los adultos», plasmado este último en la cultura y las demandas de la sociedad.

A la par de las tensiones mencionadas, se arrojó luz sobre los desafíos y contradicciones que el niño debe afrontar como parte de su desarrollo. Entre otros, se aludió a los conflictos que emergen entre la existencia del niño como individuo y su dependencia de la sociedad; entre sus instintos y las demandas culturales; entre el mundo en el que crece y el mundo hacia el cual avanza.

Rol del educador
La esencia de la función docente se resumió en su capacidad de mediar entre la complejidad existencial de la realidad «objetiva» y el mundo «subjetivo» de los niños de un modo dialógico y empático.

La revisión de este rol de mediador se analizó en un principio, desde una perspectiva teórica y posteriormente, pedagógica. Desde la primera, se distinguió entre la concepción tradicional del educador, según la cual tiene a su cargo la capacitación instrumental de los discentes y su adaptación a la sociedad; y la visión dialoguista-existencialista.

Desde el prisma dialoguista, que cuestionó el principio de adaptación unilateral, se sostuvo, se promueve el compromiso continuo del educador de conservar la tensión dialéctica entre los mundos interior y exterior, individual y general.

En este contexto, se agregó, el educador cumple una doble función. «acerca y aleja», en su condición de representante del niño en el mundo adulto, y el de la cultura y la sociedad en el mundo infantil.

En el ámbito escolar, se subrayó, los docentes tienen una función clave en la construcción de interacciones interpersonales sustentadas en el diálogo, en las subjetividades y en la internalización de las normas y demandas sociales por parte de los niños.

La capacidad del educador para mantenerse presente en ambos planos se señaló como una característica esencial y clave para constituirse en una figura significativa para sus alumnos, a partir de considerarlos sujetos individuales que se conforman en base a su personalidad, forma de pensar y las condiciones en las que crecen.

Otro aspecto que se resaltó fue el reconocimiento de la mirada «profunda y sensible» ante la vida que tienen los discentes. Paralelamente, los educadores tienen presente que el desarrollo del niño demanda su involucramiento en experiencias sociales y culturales enriquecedoras y desafiantes.

Acercar y alejar
El complejo rol del educador, se subrayó, requiere una sensibilidad especial para lograr estimular la integración del alumno y al mismo tiempo, fomentar su individualidad.

La comunicación a nivel humano entre el alumno y el educador, que parte con tensión y culmina en confianza, se describió como la piedra fundamental del encuentro educativo y la base de todo acto pedagógico.

Asimismo, el autor amplió sobre el compromiso «ideológico» y práctico del educador; su rol como agente cultural y su actitud dialéctica en su relación a los alumnos, que se refleja en el acercamiento y alejamiento.

En esta aportación se hizo referencia, entre otros, a trabajos de Martin Buber, Paulo Freire, Eric Fromm y Janusz Korczak.